La consciencia de sí como motor del desarrollo de Aysén

¿Qué hace que un territorio avance más allá de las cifras y proyectos “concretos”? En esta columna exploramos cómo la consciencia de sí puede ser el ingrediente clave para impulsar el desarrollo integral en Aysén.

Quienes hayan revisado en nuestra página web los objetivos de la Red de Ayseninos habrán notado que uno de ellos apunta a “Expandir la Consciencia de Sí y del Mundo”, algo poco común para este tipo de organizaciones, al menos en el caso chileno. Me imagino que quienes lo leyeron se hayan preguntado qué significa o por qué algo así se explicita como objetivo. El motivo de esta columna es abordar esa pregunta.

En Red de Ayseninos partimos desde un paradigma que está tomando cada vez más fuerza en distintas partes del mundo: los resultados que generamos colectivamente—aquellos que vemos en la superficie como “concretos” o “prácticos”—son generados por la calidad de las relaciones que tiene ese colectivo. Es decir, cómo interactúan entre ellos según sus patrones de pensamiento, conversación y organización. Sin embargo, estos últimos son un resultado emergente de la condición interior de quienes forman parte de ese grupo, algo a lo que podríamos referirnos como self-awareness o, en español, según su mejor traducción a juicio personal, consciencia de sí.

¿Esoterismo? Claro que no. Un estudio de la Hult International Business School indica que, en el mundo de los negocios, la consciencia de sí es la variable más valorada para contratar a nuevos empleados. Además, el World Economic Forum la colocó en la posición número 4 en su lista de las 10 habilidades más requeridas por el mundo laboral. Hoy en día, el MIT, en su plataforma de educación online, está ofreciendo un curso cuyo objetivo es promover el cambio social desde una perspectiva basada en la expansión de la consciencia de sí, y por el que ya han pasado más de 240.000 estudiantes. El broche de oro lo da el Ejército de los Estados Unidos (US Army), una de las organizaciones que más invierte en investigación e innovación del mundo, al incluir en sus manuales de guerra y entrenamiento la meditación y el uso de bitácoras en sus soldados. Es decir, de alguna forma consideran que implementar técnicas para aumentar la consciencia de sí es una ventaja frente a otras milicias. Lo que antes podría haber sido considerado como esotérico o como “espiritual”—entendiendo lo espiritual como algo de menor importancia frente a aquello que es “objetivo”—pasa a ser algo esencial en la formación de distintos tipos de personas.

El cambio paradigmático es notorio. Un ex CEO de una compañía de seguros que reporta cientos de millones de dólares de ganancias lo resume muy bien: “El éxito de una intervención depende del estado interior del interviniente”. La pregunta ya no es para qué o cómo se hace algo, sino desde dónde se hace.

Siguiendo esta argumentación, conviene preguntarse qué nos dice esto sobre el estado de Aysén. Cuando se lee, en algunas ocasiones con mucha razón, que Aysén está “subdesarrollado” frente al resto del país, cabe preguntarse cuánto de ese subdesarrollo se explica por las formas de relacionarnos y, por ende, por los niveles de consciencia que tenemos como habitantes. Atención, no estamos diciendo que los habitantes de Aysén sean “malas personas”; en lo absoluto. Nos estamos refiriendo a qué tanto nos damos cuenta de nuestros patrones de relacionamiento y de las posibilidades que nos ofrece nuestra región para desarrollarnos. Ahí hay que hacer un trabajo importante.

A través de las distintas entrevistas que hemos realizado en AysénTV, nos hemos dado cuenta de algo muy interesante. Aquellos ayseninos que han emigrado y que hoy están haciendo grandes cosas alrededor de Chile y el mundo coinciden en dos puntos. Primero, el haber tenido que emigrar a corta edad significó un salto de consciencia considerable en sus vidas, en muchos casos un punto de inflexión. Segundo, que el haberse criado en este entorno natural les permitió desarrollar un mundo interior significativo, muy distinto a lo que podían observar en sus pares que venían de grandes urbes.

Lo anterior indica algo muy potente. En Aysén hay un sustrato para dar saltos de desarrollo mucho más grandes de los que imaginamos, siguiendo la línea de lo argumentado previamente, debido a esta condición interior mucho más reflexiva y pausada del aysenino. ¿Y qué podemos hacer para transformar ese potencial en movimiento? ¡Primero hay que ser conscientes de ello! ¡Por eso el expandir la consciencia de sí es uno de nuestros objetivos!

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