En esta columna argumentamos fundamentos matemáticos, económicos y biológicos para mostrarnos que la colaboración no solo maximiza los beneficios individuales y colectivos, sino que también depende de generar los contextos adecuados.

Cuando una palabra se repite con demasiada frecuencia y poco criterio, se corre el riesgo de que pierda su sentido y llegue a causar hastío entre quiénes la escuchan constantemente. Ello se acentúa aún más cuando la palabra en cuestión hace referencia solo a buenas intenciones, pero que en la práctica no se logran apreciar. Un caso interesante es la “colaboración”, concepto que se repite frecuentemente entre líderes políticos, empresariales y de la sociedad civil sin que pareciera haber una consciencia plena sobre por qué colaborar es útil ni cuáles son los determinantes de que una colaboración sea exitosa (o sea, el cómo hacerlo), lo que en consecuencia genera que se coopere poco y mal.
Para entender por qué colaborar es conveniente, es útil estudiar las disciplinas que exploran los factores que determinan el éxito en las interacciones entre personas. Aquí es donde entra la Teoría de Juegos. Esta es una rama de las matemáticas y economía que analiza cómo las personas toman decisiones en situaciones donde el resultado depende no solo de sus propias elecciones, sino también de las elecciones de otros. En la práctica, la Teoría de Juegos ha mostrado que en cierto tipo de juegos, como el clásico “dilema del prisionero”, que para maximizar nuestros beneficios, tanto individuales como colectivos, debemos adoptar una estrategia basada en la colaboración continua, la capacidad de perdonar (es decir, colaborar incluso después de enfrentar decepciones) y la coherencia en nuestras acciones (cumplir con lo que los demás esperan de nosotros). O sea, lo que nos entrega esta disciplina es un fundamento matemático y económico de que colaborar es la mejor opción para aumentar el beneficio personal y comunitario, como también un listado de prácticas que promueven la cooperación. He ahí una interpretación de por qué colaborar.
En cuanto al cómo, resulta provechoso explorar lo que la biología tiene que decirnos al respecto. Esta ciencia nos indica que como seres humanos tendemos naturalmente a dividir el mundo en un “nosotros vs ellos”. Queremos colaborar con quienes tenemos un vínculo en común, el cual puede hacer referencia a variables como la nacionalidad, edad, género, ideología, entre otras, y miramos con desconfianza para cooperar a quienes no coinciden en esas categorías con nosotros. No obstante, la misma biología nos dice que los límites que definen este “nosotros” son difusos y se pueden reescribir con cierta facilidad. Basta con que un otro, frente a quien en primera instancia pareciera que somos muy diferentes, muestre algún signo de similitud con “nosotros”, el cual puede ser algo tan básico como que nos reconozcamos con los mismos orígenes (por ejemplo, ser de Aysén), para que nuestra percepción sobre él cambie al punto que se active una mayor disposición a colaborar. En última instancia, lo que podemos sacar en limpio de la biología es que la posibilidad de generar una colaboración depende de que el contexto en el que interactuemos permita que encontremos el punto en común con ese otro. Aquí tenemos el cómo colaborar.
Al fin y al cabo, lo que nos enseña la historia, con fundamentos matemáticos y biológicos, es que la vida es un juego de “sumas positivas”. Es decir, que el que al otro le vaya bien es determinante para que yo también tenga éxito y viceversa. Esto cambia radicalmente el paradigma que sostiene que para ganar, el otro debe perder inevitablemente, o sea, lo que se conoce como un juego de “suma cero”.
Por lo tanto, enfocándonos en la región, deberíamos preguntarnos si estamos creando los contextos adecuados para evitar la división de “nosotros vs ellos” en las conversaciones sobre el desarrollo regional, esto con el objetivo de promover la colaboración y, en consecuencia, el beneficio de los habitantes de Aysén. En Red de Ayseninos creemos que esto no solo es posible, siendo la misma Red un espacio en donde buscamos romper esta inercia, sino que relativamente fácil de comenzar. ¡Pero para eso hay que atreverse a mostrarse vulnerable!